A MERCEDES SOSA (1935-2009)

Poemas, publicaciones, escritos y homenajes a Mercedes Sosa

viernes, 16 de octubre de 2009

AHORA, CANTA A Mercedes Sosa, en Tucumán (Suma Paz , 1987.)

AHORA, CANTA A Mercedes Sosa, en Tucumán (Suma Paz , 1987.)

Ancho regazo cálido
donde duerme una niña que ha llorado.

Desde sus ojos tristes,
desde su pelo negro,
desde su oscuro rostro de pómulos aindiados
has venido, cantora.

Por las manos tajeadas de maloja,
por el sol de la zafra;
por los largos domingos sin trabajo
en espaldas curvadas, en ojos fatigados;

por ese pueblo que te hiciera suya
y te diera en el poncho su vidala
y soltara del arco de tu pecho
la morena paloma de la zamba;
por ellos
ahora, canta.

Por los que no pudieron, por los que no cantaron,
por la legión de voces acalladas,
por la legión de cantos enterrados
canta
con el puñal y el fuego
y el aura maternal en la garganta
Marta, Gladis Osorio, Mercedes Sosa
¡Canta!

© Suma Paz: Al Sur del canto. Pág. 53. Ediciones Cinco. Buenos Aires, 1987.

Pachamama Por Fito Páez (Pagina 12)

Pachamama Por Fito Páez (Pagina 12)

El legado de Mercedes Sosa es de vital importancia en estas horas de Argentina, una enseñanza moral plena de luz. Con sutileza y precisión desa-rrolló una obra que marcará por siempre la historia de la música popular de este continente. Su voluntad de libertad fue expuesta en cada recodo del largo camino que forjó a través de muchas décadas en diferentes álbumes y escenarios del mundo. De Matus a Violeta Parra, de Ramírez a Atahualpa Yupanqui, de Teresa Parodi a Djavan, de Peteco Carabajal a Spinetta, de Félix Luna a Charly García, toda ella fue, es, una clase de lo que debiera ser una nación. Una mujer integradora de esencias, una perfumista de la canción en la búsqueda, no del aroma perfecto, sino del aroma del lugar.
Sanmartiniana, desprejuiciada por naturaleza, logró lo que ningún dirigente pudo poner en funcionamiento en la historia de esta tierra. Escuchó a todos, se vinculó con todos, cantó con todos, nos emocionó a todos. Escuchar, vincular, cantar, emocionar. Verbos inusuales, alejados de la vida política. Como nadie, nos da una idea del significado de nación que nos carga de responsabilidad y obliga a pensar en la infelicidad de un país que no puede realizarse en plenitud. Su obra lo logra. La fiereza en la elección de sus repertorios, los riesgos artísticos que asume, el rigor a la hora del canto y la claridad de su voz de terciopelo, la ausencia de miedos a las mercadotecnias, su seguridad temeraria al momento de la grabación, sus ojos cerrados cuando interpretaba y su boca de oro por delante de su bellísimo pelo negro bajo esa nariz de águila, ésa es su estampa.
Ama, señora y dueña del lugar. Reinona de la canción. Será imposible pensar la Argentina sin sus fundamentales versiones de Leguizamón y Castilla, Guaraní, la tríada modernista de La misa criolla, Mujeres argentinas y La Cantata sudamericana, la vuelta a la democracia con Gieco, Tarragó Ros, Heredia y García, su permanente curiosidad por los autores nuevos (a quienes escuchaba en su casetera primero, después en su walkman y después en su iPod), su admiración por el Chango Farías Gomez y Chacho Muller, su falta absoluta de rivalidad con las demás cantantes del barrio, a quienes amaba, sus ganas de abstraerse de todo y su curiosidad inagotable sobre lo que sucedía en el mundo... en fin, sin su locura abarcadora y contenedora.
Ha muerto la señora Mercedes Sosa. La Pachamama le decían. Era una gran verdad, porque protegía y proveía. Madre tierra y deidad. Su mirada, su presencia, nos condena al encuentro y este es un inmenso desafío en ésta, la hora más difícil de nuestra tremenda pérdida. Parecen palabras grandes y lo son, pero más grande será construir un lugar tomándola de ejemplo. Ladrillo a ladrillo y todos los días con amor se construye una casa. Ese es su legado. Jamás aceptaré que el lugar de su velatorio se llame el de los pasos perdidos. En todo caso será el de los pasos ganados.

MERCEDES Por Jorge Drexler (Pagina 12)

MERCEDES
Por Jorge Drexler

Duerme, duerme, Negrita,
que tu voz está en el campo,
en la ciudad,
en el canto rodado de aquel arroyo,
en la almohada en la que apoyo mi cabeza desvelada,
en mi vaso, en la enramada
y en las radios de los coches.
Tu voz la guarda la noche muy, pero muy bien guardada.
(“Décimas para Mercedes”, poema escrito en Madrid por el cantautor uruguayo para despedir a la cantante argentina.)

Mercedes Sosa por Victor Heredia

Hola, Negrita. Sé que estarás allí, en algún lugar de nuestro cielo, inaugurando alguna estrella, con la secreta esperanza de poder seguir cuidando a tus polluelos desde allí, estos huérfanos de tu amor que ahora están más solos que nunca sin tu “serena presencia”, como decía Charly: Comandanta. Porque eso es lo que fuiste para todos nosotros: guía, luz en la oscuridad, hermana, compañera.
Te escribo rápido desde el amor y la congoja para expresarte no mi pena ni mi angustia por la pérdida, eso ya te lo dije ayer cuando dormías, al oído. Voy a contarte lo que todo un pueblo dijo en estos días cuando estabas dormida, luchando por tu vida y espero ser capaz de reflejar en esta carta. Ese pueblo que estuvo hoy durante todo el día repitiendo tu nombre, ese pueblo tozudo y generoso, luchador incansable y vencedor de tanta crisis, ese pueblo que sabía quién eras, qué cosas defendías, ese que desfiló multitudinario ante tus despojos para agradecer tu vocación de cantora popular, de mujer valiente, de artista generosa. Sólo voy a repetir lo que ellos dijeron a cada beso, en cada flor que depositaron con unción ante tu féretro: ¡Querida! ¡Hermana! ¡Amiga! ¡Compañera! ¡Argentina! ¡Nuestra! Los vi emocionarse cuando entraban a despedirte, tal como lo estoy haciendo yo mismo ahora, con el corazón estrujado, sabiendo que mañana no voy a recibir tu consabido llamado para saber cómo están mis hijos, o dónde anda León para ver si podemos juntarnos a reírnos un poco en medio de tanta soledad que propone la vida. Pero no voy a decirte adiós de ninguna manera, voy a imaginar que cada vez que escuche tu voz, cantora, podré abrazarte como siempre, levantar el teléfono y decirte que estamos bien, que merced a la esperanza que indicaste podremos salir adelante, día a día. Los que te fueron a despedir hoy eran tus hermanos del alma, el pueblo al que cantaste con absoluta valentía.
¿Habrá algo más bello para nosotros que esa caricia proveniente de los que nombramos en lágrimas y dolorosos exilios? ¿Habrá alguna cosa que pueda torcer esas miradas llenas de amor, desconsuelo y ternura dirigidas a tu corazón guerrero? Alguna vez dudaste de haber llegado hasta esos corazones, pero ya ves cuánto amor sembraste entre todos sin distinción de nacimiento. Este campo repleto de caricias nacidas de tu pueblo es tuyo, “madraza”, ésa es la cosecha que merece tu incansable lucha por los derechos y las libertades de este continente. Mi corazón que late al lado tuyo desde hace cuarenta y dos años recordará el ritmo de tu latido en los abrazos, en los besos, en las sonrisas de cada humilde, de cada hombre y mujer de esta tierra. Cuando cante habrá un pedazo tuyo en cada estrofa, una mirada tuya en cada palabra, ése será mi privilegio, el de pensar que estás a un costado del escenario apoyándome, señalando como siempre qué se debe decir, por quien luchar, para qué cantar. Gracias cantora, querida nuestra. Amorosa Mercedes.

VIOLETAS PARA MERCEDES por Joaquín Sabina

Se nos murió la gran dama,
Negra Sosa, pacha mama
de Corrientes,
que bordó puntos y comas
en las prisas del idioma
de la gente.
Martina Fierro de ley
que sin dios, patria ni reytiró p’alante,
antes de decir adiós
me propuso un blues a dos
voces distantes, distintas, y, sin embargo,
cerquita del ron amargo
que consuela, que abruma, que mortifica, que suma, que santifica, que desvela.
Cuando rompió la baraja, hizo del bombo su caja
de Pandora, entre el mestizo y el yanqui
se quedaba con Yupanqui
hasta la aurora.
Todos menos uno, dijo, provocando el acertijo
de Cosquín, militante del futuro,
no pudo con ella el murode Berlín.
Canto ancestral de Argentina,
la más frutal de las minas,
todo es nada, no sabe cómo la lloro,
desafinando en el coro
de las hadas.
Madrina de los roqueros
más intrusos, más villeros, menos brutos;
en calle melancolía
mi letra y su melodía
visten de luto.
Más de una vez la besé
pero nunca olvidaré
la noche aquella:
aquel piano y su voz
y mi sonata y la coz
de las estrellas.
Me aterran las despedidas
pero gracias a la vida
de Violeta,
Mercedes inventó el son
que duerme en el corazón
de los poetas.

Tomado de Página/12

MERCEDES SOSA por teresa parodi

Palabras escritas en el disco "Escondido en mi país" - abril 1996

Mercedes, madre cantora
amorosamente en llamas.
Ay! Corazón que no cesa de gemir en las guitarras,
grito del fondo aterido de la América robada,
grito del alma del pueblo que no muere porque canta.
Mercedes, madre cantora
amorosamente amada,
voz que es vertiente sonora de los sueños que no acaban,
cuando se escribe tu nombre se siente que todo cambia
porque tu canto nos quema piel adentro y nos levanta.
Ese país que te digo que te estalla
en la garganta es un niño entre tus brazos
que se aferra a los que cantas,
tu canto lo arrulla suave, lo contiene, lo amamanta,
tu canto le pone brillos inocentes en el alma.
Mercedes, madre cantora mujer de amorosa entraña
danos tu fe, tu coraje, no nos dejes sin tu rabia
danos tu risa y tu fuego y lloranos con tus lágrimas
al pie de tu voz bandera, al pie de tu voz
que sangra vamos desnudos de olvidos pero nuevos de esperanza.
Mercedes,
salmo en los labios
amorosa madre amada
mujer de América
herida tu canción nos pone alas
y hace que la Patria
toda menudita y desolada
no se muera todavía no se muera porque cantas.

22 de diciembre, después de tu concierto. Gracias! Teresa Parodi

martes, 11 de agosto de 2009

Halloween nunca, Salamanca Sí EL CUERVO DE LOS BRUJOS

EL CUERVO DE LOS BRUJOS
Halloween nunca, Salamanca Sí
El bandoneonista santiagueño Hugo "Cuervo" Pajón fue ganador de los espectáculos callejeros Cosquín 2009. Con dos discos editados se presenta todos los jueves en La Salamanca. Con magia y gran talento interpretativo integra el conjunto "Los Brujos"El Zupay o diablo es el rey de la Salamanca y Hugo "El Cuervo" Pajón es el que pone con talento la música para que los bailarines dancen y sellen un pacto salamanquero. Autodefinido como un tipo arriesgado, confiable, enamorado de lo que es la danza y la música, "El Cuervo" es hijo descendiente directo del pueblo tonocoté (primeros pobladores de Santiago del Estero). "Mi abuelo era bandoneonísta, mi viejo también, muchos tíos y primos lo son. Recuerdo que mi viejo me llevaba de chiquito a las peñas donde tocaba, él era carpintero, pero los fines de semana tocaba el bandoneón, lo hacia porque le gustaba", dice Pajón. "A mi de chiquito me gustaba mucho, lo que más me atraía era lo que generaba en mi viejo, muchos amigos, las salidas, la idolatría que había hacia el. En ese sentido estaba orgulloso de mi viejo", cuenta El Cuervo.-¿Cuáles son tus primeros pasos con el bandoneón? -Tuve mi primer bandoneón de muy chico, era de juguete, pero solo hacia ruido con el. Después me aburrió y agarraba el bandoneón grande, el de mi papa. Yo tenía 8 años, y mi contextura era pequeña, así que por ahí el bandoneón se me caía y mi viejo me lo escondía cuando el se iba a trabajar. En complicidad con mi vieja, si Yo me portaba bien, ella me lo daba un rato. Y un día llego mi viejo y se encontró que ya sabía tocar el fueye. En la casa de los Pajón se escuchaba folclore todo el tiempo. Los domingos había fiesta, se tocaba la guitarra, el bombo y el bandoneón. Todos cantaban y bailaban, era como una recreación de la salamanca.-¿Cómo se va generando esa fusión del folclore y otros ritmos con el bandoneón?-Cuando llegué a Buenos Aires comencé a escuchar otras cosas. Escuché por primera vez a Hugo Díaz, me fascinó, es el músico de folclore que más admiro y me gusta. Luego Dino Saluzzi y Piazzolla me arruinaron la mente, y dije quiero hacer esto pero con la chacarera. Soy consciente de que no inventé nada, sino que hago un trabajo casi arqueológico y medio Frankenstein de agarrar distintos pedazos y conjugar un disco. Noches de embrujo y leyendaEl bandoneón es como una extensión de "El Cuervo", es su compañero. A través de él recorrió el país y conoció mucha gente. "Forma parte de mí y él tiene vida gracias a lo que yo le doy. Tocar el bandoneón para mí es como hacer el amor, no me va el arrebato", dice Hugo Pajón. Ahora está trabajando en un tercer disco. Más crudo, bien tradicional: bandoneón, guitarra y bombo. Lo va a llamar "Puro". Un disco con chacareras viejas, zambas antiguas, temas tradicionales. Su primer trabajo se llama "Gritooo" donde hace una escenificación de la Salamanca, donde vive el diablo. Allí entra él y hace un pacto, entregando su alma y probándole al diablo lo que sabe tocar y cantar. A través de "Gritooo" comienza a tener forma el conjunto Los Brujos, integrado por: Laura Marín (percusión y danza), Rodrigo Carbo (percusión y danza), Victoria Torre (guitarra y voz), Juanjo Velásquez (bajo), "El Cuervo" Hugo Pajón (bandoneón). "Osamenta" es el segundo trabajo del Cuervo. Contiene temas instrumentales donde muestra lo ancestral de una raíz bien santiagueña. La música y la danza se entrelazan para expresar la fuerza y la seducción de nuestra cultura.-¿Cómo es esa relación con el bandoneón, con lo originario, lo pagano?-Yo me siento más identificado con lo místico, con la brujería. Me gusta mucho la historia de mi tierra, y es un camino en el cual me siento muy cómodo. La familia de mi madre eran curanderos, incluso había un brujo, que te sacaba los diablos a latigazos. Cuando yo era chiquito, mi abuela no me contaba cuentos como Caperucita Roja, sino historias de Salamanca, y a mí me apasionaban. El bandoneón comienza a sonar suave, enamorando al "Cuervo" y al público. Cada recital de Pajón ofrece la alegría de las chacareras, la profundidad y sensualidad de las zambas. La fuerza del ritmo en el zapateo y la percusión y el mágico sonido del bandoneón, creando los diferentes climas de un encuentro con la tierra y la pasión. En el escenario está "El Cuervo" embrujando con el bandoneón a los bailarines. Abajo la "telesita" con su compañero bailan chacareras negras, sucias y atrevidas, pero calientes y festivas
Textos: Pablo "Córdoba" Andrada - andrada@diariohoy.net

domingo, 17 de mayo de 2009

Murio Mario Benedetti .

El escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti murió en su domicilio de Montevideo a los 88 años de edad, a once días de haber recibido el alta médica por una enfermedad intestinal crónica Página/12

Chau número tres *
Te dejo con tu vida
tu trabajo, tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

* Incluido en "Poemas de otros" (1973-1974), de Mario Benedetti.

viernes, 1 de mayo de 2009

La señora del canto pampeano . Por Karina Micheletto

A LOS 70 AñOS, MURIO LA FOLKLORISTA SUMA PAZ
La señora del canto pampeano

Su intención fue seguir la carrera de Filosofía y Letras, pero terminó transitando el camino de Atahualpa Yupanqui: la calidad y calidez de su interpretación la hicieron brillar aun en los festivales donde se suele premiar lo explosivo.

Por Karina Micheletto

En la madrugada de ayer murió la señora del canto pampeano. Era una de las fundamentales, y por eso su voz, que era capaz de lo profundo, contenedora de la sabiduría que dan los años, pasó inadvertida por las grandes usinas del marketing. Fue lo de menos: silenciosamente, Suma Paz siguió haciéndose oír fuerte hasta su muerte, que nadie podría haber advertido cercana, al verla recorrer kilómetros y kilómetros con energía para dar recitales en tantos puntos del país.
Fue una artista que asumió a su modo aquella sentencia que le había legado Atahualpa Yupanqui y que siempre repetía: “Cuando cante, póngase detrás de sus versos, nunca adelante. Haga que se luzca lo que entrega, que es más importante que usted”.

En la madrugada de ayer murió la señora del canto pampeano. Era una de las fundamentales, y por eso su voz, que era capaz de lo profundo, contenedora de la sabiduría que dan los años, pasó inadvertida por las grandes usinas del marketing. Fue lo de menos: silenciosamente, Suma Paz siguió haciéndose oír fuerte hasta su muerte, que nadie podría haber advertido cercana, al verla recorrer kilómetros y kilómetros con energía para dar recitales en tantos puntos del país. Fue una artista que asumió a su modo aquella sentencia que le había legado Atahualpa Yupanqui y que siempre repetía: “Cuando cante, póngase detrás de sus versos, nunca adelante. Haga que se luzca lo que entrega, que es más importante que usted”.

Suma Paz falleció en una clínica de la ciudad de Buenos Aires, a los 70 años, a causa de una arritmia que derivó en un accidente cerebrovascular del cual no pudo recuperarse, según informaron sus familiares. Hacía pocos días había actuado en La Plata, en el Primer Festival Internacional de Folklore; estaba yendo seguido al estudio de Litto Nebbia, para grabar el que sería su próximo disco. Sola con su guitarra, Suma Paz dejó postales imborrables en escenarios festivaleros, tan propicios para el griterío y a veces tan poco dispuestos para la escucha feliz. En Cosquín, por ejemplo, aquella noche en que la lluvia insistía, y ella hizo frente al auditorio debajo del paraguas que le tendió el conductor Miguel Angel Gutiérrez. Fue un momento con algo de mágico, de esos que a veces regala la música cuando es buena y ofrecida con bondad.
Suma Paz nació en Santa Fe, pero pasó su adolescencia y juventud en Pergamino, por eso decía que sentía a Buenos Aires “como una madre adoptiva”. Siendo muy joven decidió cambiar un título universitario recién obtenido por la música y la poesía. Este giro total hacia el canto –y a la música pampeana, tradicionalmente interpretada por hombres– fue, según sus palabras, “algo extraordinario, una cosa del destino”.
Así lo explicaba en una entrevista publicada en este diario: “Yo me preparé toda la vida para ser otra cosa de lo que soy, nunca pensé ser una profesional de esto. Estudié para ser licenciada en Filosofía y Letras y tomé clases de guitarra y piano porque amaba la música, pero nada más. Un hermano mayor me guió por la senda de Yupanqui, a pesar de que él era músico de jazz. El camino se fue haciendo lentamente, sin que yo me diera cuenta. Por ahí alguien me escucha y me dice: vení a la radio y hacé una prueba. Me aceptan en esa prueba y me recomiendan para otra radio, y así. Una cosa extraordinaria: todo venía como si estuviera programado desde afuera de mi vida”. ¿Se impuso? “Sí. Pero se ve que estaba en mí, sin que yo supiera, la pampa, con su gravitación, el horizonte, el cielo abierto, las lejanías. Yo pasaba las vacaciones en la chacra de mi abuela en San Nicolás, andaba a caballo, escuchaba las primeras milongas de los peones. Todo eso estaba. Y todavía está.”

La carrera de Suma Paz comenzó en los ’60, como una suerte de rareza: una chica que cantaba milongas y se acompañaba con una guitarra. Raro. Una chica que interpretaba a Yupanqui, pero sobre todo que se imponía para sí la forma en que el autor de “El arriero” entendía su arte. Más raro. Enseguida empezó a aparecer en televisión, hizo una gira por Japón, condujo su propio programa de radio. Y siempre con Yupanqui como guía musical, ética y estética. “M’hija, en la vida del artista hay largas esperas, es necesario detenerse. El camino es largo, cuidado con los atajos, son cortos, son lindos, pero la van a llevar a otro lado”, le había dicho.

Como contó, había estudiado Filosofía y Letras, y charlar con ella era uno de esos gustos que da el ejercicio del periodismo. El suyo no era un tono docente ni catedrático. Era alguien que había reflexionado mucho sobre su arte y sobre el sentido de ejercerlo, y lo transmitía con esa seriedad, pero a la vez con mucha gracia. Algo que capta brillantemente el periodista y musicólogo René Vargas Vera en la biografía que publicó en 1995 –Suma Paz. Por la huella luminosa de Yupanqui– y que este año tenía previsto reeditar. Allí, el ritmo sabio y sencillo de Suma Paz para contar su vida, pero sobre todo para hablar de la música pampeana, es enriquecedor.
Además de los tres libros de poesía que editó, entre su nutrida discografía se destacan títulos iniciales como La incomparable Suma Paz (1960), Guitarra, dímelo tú (1961); Suma Paz La incomparable (1963), El arte de Suma Paz por el mundo, editado en Japón (1967); Las hondas raíces de Suma Paz (1980), y más acá en el tiempo, Canto de nadie (2000) y Parte de mi alma (2005), donde se animó a proponer algunas letras propias, aclarando que “de ninguna manera” se sentía cantautora.

Era una mujer coqueta, que manejaba con envidiable destreza tacos de varios centímetros y evadía declarar su edad. La cifra es sólo un dato biográfico: deberá decirse que vivió hasta el final como si tuviera muchos menos que los que declaraba. Dejó un nuevo disco casi terminado, con viejos temas y nuevos arreglos, una cantidad de presentaciones pendientes por distintos puntos del país, una biografía con planes de reedición ampliada. Dejó a muchos llorándola, sabiéndola con tanto aún para dar.
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miércoles, 25 de febrero de 2009

Alemanía , Salta




Alemanía, con acento en la í, como lo pronuncian los salteños, es un hermoso pueblito de montaña que, olvidado en las clásicas rutas turísticas, aún conserva intactas sus historias de cuando pasaba el tren, de sus endemoniadas fiestas y de sus buscadores de oro. Imperdible.

Todo empezó con el ferrocarril

Ubicado a sólo 100 kilómetros de la capital salteña, Alemanía es hoy un pequeño pueblo casi fantasma (actualmente no viven en él más de 10 familias) que se encuentra entre la capital salteña y la vitivinícola ciudad de Cafayate.

Fue bautizado con el nombre del país europeo en honor a los obreros alemanes que dejaron su aliento en la construcción de un ramal que uniera la capital de la provincia con los valles Calchaquíes. Este pequeño paraje tuvo su época de gloria entre los años 1916 y 1920, cuando llegó el ferrocarril.

A tan sólo 17 kilómetros al Suroeste de la ciudad de Salta, se encuentra la localidad de Cerrillos, desde donde nacen dos ramales.
Uno es conocido mundialmente como Tren de las nubes (C-14).
El otro, no tan famoso, pero mucho más importante y antiguo que el anterior, es el C-13.
La construcción del ramal C-13 obedeció a la necesidad de conectar Salta con la red principal de trocha métrica construida por el Estado, lo que se logró en 1892.
Pocos años después, se vio la conveniencia de prolongar esta vía a través del fértil valle, lo que significó un importante beneficio para la población local y la producción agrícolaganadera. De la misma manera que el pasaje de la quebrada del Mojotoro permitió al ferrocarril acceder al valle de Lerma (Salta), el paso por la quebrada de Las Conchas posibilitaría al riel su ingreso a los valles Calchaquíes, con su principal asiento poblacional en Cafayate.
Hacia allí se dirigió entonces el esfuerzo del Ferrocarril Central Norte. Se estableció que su cabecera sería el pequeño poblado de Alemanía, a partir del cual se podía proseguir mediante diversos caminos hasta Cafayate, donde comenzaban a instalarse los primeros viñedos de uva torrontesa.
Entre los años de 1916 y 1920, Alemanía vivió un esplendor pocas veces visto en un pueblo de montaña.

El far west a la criolla

La construcción del ramal que la unía con Salta, y de todos los otros ramales que pronto vendrían y unirían las provincias del norte argentino con distintos puntos del trasandino país de Chile, hizo que cientos de personas se instalasen en el pequeño poblado para ser parte de la expansión del ferrocarril.

Se dice que las expectativas eran tales que el pueblo se había convertido en un verdadero far west, donde los contratistas y subcontratistas se hacían millonarios cada vez que firmaban un contrato para extender las líneas férreas (todo se hacía a mano y con cuadrillas de decenas de personas) y que las fiestas duraban días en los cuales se disparaban al aire cientos de balas de revólver. El vino en la zona era más fácil de conseguir que el agua potable.

Fue tal la locura y la diversión de aquellos años, que diversos buscadores de oro y plata que se encontraban en Bolivia y el Alto Perú comenzaron a llegar hasta el lugar para dedicarse enteramente al ferrocarril, el nuevo color que había tomado el oro en estas latitudes.

Y que prometía expandirse rápidamente fomentado por el gobierno nacional de aquel entonces.
Este crecimiento desmedido trajo consigo todo tipo de excesos, vicios y placeres mundanos que, rápidamente, le valieron la acusación al lugar y a sus pobladores de haber realizado un pacto con el diablo. Para muchos, Alemanía paso a estar “endemoniado”.

La guerra y la paz

El auge y los excesos llegaron a su fin cuando se desató la Primera Guerra Mundial y se paralizaron las obras.
Allí comenzó el ocaso. Los contratos para extender el tren fueron anulados y las expectativas y grandes inversiones comenzaron a buscar otros destinos.
Ya en 1920 se retomó la actividad ferroviaria, pero esto no benefició a Alemanía y nunca se llegó a concluir la proyectada línea a los valles Calchaquíes.
Sin embargo, los trenes continuaron arribando a Alemanía hasta 1971, fecha en que se interrumpió definitivamente el ramal Cerrillos-Alemanía. Pero ya no era lo mismo.
El pueblo pasó al olvido y quedó abandonado en el tiempo, como un pueblo fantasma. Son tantas las sensaciones que despierta este pueblo, que hoy los turistas pasan horas caminando por sus calles, su vieja estación y sus casas abandonadas mientras charlan con algunos de los pocos pobladores que aún quedan allí.
Hoy, a pesar de que la línea férrea se encuentra dañada por las crecientes de los ríos que la rodean, hay quienes dicen oír todavía las vibraciones de los rieles y el bullicio popular que ocasionaba por esos años la llegada del tren.
Y es cierto, hay lugares donde aún es posible creer en fantasmas.

Fuente:
http://www.welcomeargentina.com/
Por Pablo Etchevers